Cómo controlar el estrés

24 Ene 2022 | Psicologia

Todos nos sentimos estresados en algún momento. Es una reacción normal y saludable frente a un cambio o un desafío.

El estrés puede desencadenarse por cualquier tema que demande un aumento de nuestra atención: trabajar hasta tarde y quedar atascado en el tráfico, incluso cambios serios de la vida tales como la muerte, un divorcio o una enfermedad.

Pero ¿sabes cómo lidiar con el estrés diario? ¿Qué podemos hacer para poder reducirlo?

Qué es el estrés

El estrés es un término muy conocido y, sobre todo, muy usado actualmente en toda la sociedad. Realmente el estrés es algo positivo para el ser humano, nos permite reaccionar rápidamente ante una situación de peligro, nos hace ponernos en alerta para actuar.

El término estrés empezó a utilizarse en Física para describir las consecuencias de la fuerza o presión sobre un cuerpo sólido. Adaptada la idea al campo de la Medicina, el término estrés hace referencia a la respuesta global del cuerpo cuando se ejerce sobre el individuo una situación que le produce presión o angustia.

Qué tipos de estrés existen

Existen varias maneras de clasificar el estrés, pero en general solemos sufrir un estrés positivo o euestrés, adaptativo a ciertas circunstancias que nos ayudan enfrentarnos a ellas con más fuerza, tesón y capacidad de adaptación.

Sin embargo, cuando la presión es excesivamente continua y fuerte nos puede agotar, tener consecuencias psíquicas y físicas importantes y no ayudarnos a enfrentarnos a aquello para lo que el cuerpo está reaccionando.

Entonces es cuando hablamos de estrés negativo. El estrés negativo o distrés se produce al creer que estamos en una situación negativa y va a salir mal o de la que vamos a salir perjudicados. En este caso, la ansiedad que puede llegar a generar nos puede paralizar por completo, desequilibra y neutraliza nuestros recursos que en situaciones normales desplegariamos y esto genera frustración, decepción, e incluso rabia o ira.

Por otro lado, según su duración y/o intensidad también podemos diferenciar entre estrés agudo y crónico.

El estrés agudo

El estrés agudo es el más habitual. Es el que se produce a corto plazo y desaparece rápidamente. Se da en situaciones de emergencia o peligro que exigen una reacción rápida.

Cuando se da en pocas ocasiones el estrés agudo puede ser positivo por la motivación que provoca pero si es muy frecuente y en altas dosis puede agotarnos y tener severas consecuencias médicas.

Los síntomas del estrés agudo

Dolores musculares: de cabeza, espalda y contracturas.

Emociones negativas: miedo, frustración, rabia, ansiedad y depresión.

Problemas gástricos: dolor abdominal, estreñimiento, acidez, diarrea.

Sobreexcitación del sistema nervioso: aumento de la presión sanguínea, taquicardia, palpitaciones, náuseas, sudoración excesiva y migraña.

El estrés crónico

Cuando el estrés agudo se prolonga en el tiempo, reduce su intensidad, pero no desaparece, entonces hablamos de estrés crónico y puede llegar a provocar serios problemas de salud.

El estrés crónico aparece en situaciones que requieren estar en alerta continua. Se trata del tipo más grave de estrés, provoca consecuencias muy negativas y severas en la salud psicológica de la persona.

El desgaste mental y físico diario que provoca el estrés crónico puede dejar secuelas para toda la vida.

Las causas del estrés crónico

Que el estrés se convierta en crónico responde a varios condicionantes. El estilo de vida, el tipo de personalidad o factores ambientales que nos desbordan, pueden cronificar el estrés, con riesgo de alterar nuestra salud física y mental.

Comprender las causas

Para poder controlar el estrés es muy importante ser conocer y entender esas situaciones que disparan nuestros niveles de estrés. Esto nos permite afrontar mejor esos momentos estresantes. Aceptar que hay situaciones que escapan a nuestro control nos ayuda a lidiar con el estrés que nos generan.

Por otro lado, conocer las situaciones que nos afectan negativamente nos puede facilitar evitarlas en la manera de lo posible.

Establecer prioridades

Una causa muy habitual de altos niveles de estrés son la sobrecarga de actividades, obligaciones y retos en nuestra vida diaria. Organizar y decidir qué cosas es necesario hacer y qué cosas pueden esperarse, puede ayudarte bastante a gestionar el estrés.

Recuerda también que es importante aprender a delegar. Delegar es la capacidad para trasladar una responsabilidad o autoridad en la realización de una tarea. Delegar tareas, además de ayudarte a reducir la carga de trabajo y con ello a reducir el estrés, mejora el rendimiento y la productividad.

Revisar tu diálogo interno

La manera que te hablas a ti misma es también muy importante. Observando tu diálogo interno puedes aprender a gestionar el estrés. Vigila expresiones negativas e intenta no ser excesivamente exigente contigo mismo. Comprender tus limitaciones y reducir la auto exigencia de facilitará la gestión de las emociones negativas frente a situaciones estresantes.

Solemos ser demasiado exigentes y estrictas con nosotras mismas, mucho más que con el resto de personas a nuestro alrededor. Este tipo de relación autoexigente puede hacer que nos sintamos peor y aumentar nuestro estrés. Intenta tratarte a ti misma, con más amabilidad. En vez de ser tan estricta, intenta ser más comprensiva, eso te ayudará a lidiar con las situaciones que te generan estrés, tratándote a ti misma como tratarías a tu mejor amiga.

Llevar una vida sana

Intenta mantener una alimentación saludable, variada y equilibrada que incluya una gran cantidad de frutas y verduras capaces de aportar la energía que necesita tu cuerpo, pero evitando altos contenidos de azúcar.

Dormir lo suficiente y descansar te ayudará a pensar con claridad y tener más energía.

Asigna también un espacio diario dedicado al ocio y a las relaciones personales. Dedicar tiempo a descansar y estar con tu familia y amigos. Practicar tus aficiones es una forma estupenda para desconectar.

Practica algún deporte de manera regular, el ejercicio físico reduce la intensidad del estrés y mejora la sensación de bienestar.

Recurrir a ayuda profesional

Si sigues sin ser capaz de gestionar el estrés, no dudes en consultar con un profesional de la psicología que te enseñe a modificar tus pensamientos y emociones, así como a desarrollar conductas que te ayuden a afrontar los problemas con una actitud más positiva.

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